SINOPSIS
Tres amigas casi cuarentañeras que hace siglos que no salen porque se supone que tienen sus sensatas vidas encauzadas. Demasiado vino. Una noche de parranda de esas que dices «que voy, que vengo y por el camino yo me entretengo». Una subasta solidaria que una de ellas (la que se peina con la aspiradora y se envasa al vacío en lugar de vestirse), confunde con el Precio Justo. Una papeleta que en un arrebato de tontería meten a lo loco y… ¡¡¡Boom!!! Un castillo en su poder.
¿Alguien se ha parado a pensar cómo diablos van a pagar, en menos de tres meses, una cajera de supermercado depresiva por su reciente divorcio; una tele operadora que, además, es madre soltera; y una localcoño en paro que a veces respira; la ingente suma de dinero que cuesta el dichoso castillito? A la cárcel que van, ya verás.
¿Y si a todo esto le añadimos que el abogado que lleva el caso es una mezcla de ensueño entre muñequito de tarta y espartano salvaje? ¡¡¡Stop!!! ¡Deja de soñar! Mucho cuidado con los sueños que los carga el diablo y éste lo mismo da besos que patadas voladoras. En definitiva, que los protagonistas, en vez de enamorarse, se llevan como gato y ovillo. Todo muy romántico.
Si sientes curiosidad por saber cómo terminarán las reinas del brilli brilli medieval, no te pierdas esta desternillante novela romántica contemporánea en la que encontrarás desde pasadizos secretos, pasando por mucho fantasma, hasta tacones y mazmorras.
«Si ya has cumplido los treinta y muchos y una amiga de la infancia te llama para proponerte un plan irresistible…, ¡resístete! En serio, no va a ser un buen plan, irresistible seguro que sí, pero en ningún caso bueno. En realidad, se trata de una trampa mortal de la que jamás podrás dejar de arrepentirte».
Tener una amiga que está fatal de lo suyo es vivir en una continua arritmia. Ella, Verónica, morenaza de pelo largo, curvas por doquier y ojos castaños, va siempre a su bola sin contar con nadie y comete tantos errores que nunca acierta ni por casualidad; yo diría que ella en sí misma es un cúmulo de catastróficas desdichas, pero lo mejor de todo es que se permite el lujo de
darme sermones a mí, que ni siquiera salgo de casa por no pecar. Si pusieras a Vero en medio de un parque de bomberos, no dejaría a ninguno con llamas por apagar,
yo creo que le metieron burundanga en el biberón; es como una mantis religiosa en celo perpetuo, aunque de religiosa no tenga nada.